domingo, 1 de marzo de 2009

Mira como estoy tranquilo yo


"Ob-la-di, Ob-la-da", cantaba Juan entusiasta en su auto nuevo. 36 cuotas terminarían de complementar el sueño de la casa propia. Juan pensaba cuándo quitar el plástico que cubría los asientos. Tras el último acorde de Los Beatles, un afable locutor lo invitó a una pausa comercial "con los interesantes mensajes que nuestros avisadores tienen para usted". Juan pensó en cambiar la radio, pero recordó ese comercial de zapatos que tanto le había gustado en la mañana. Si tenía suerte podría escucharlo de nuevo, recordarlo y contárselo a la Estefanía en la noche.

"Con las nuevas sopas caracojamónarveja, sorprendo a los que más quiero", contaba una mujer susurrando al oído por los parlantes con tecnología neozelandesa. Una luz roja llevó a Juan a detenerse. Cuando el aviso de Supermercados San Pedro le recordó que la Santa Llanta le regalaba un set de neumáticos de repuesto con su permiso de circulación, cambió la radio. Estaba a un par de cuadras de su casa cuando Lucio Dalla lo sorprendió con un recuerdo de juventud.

"Una casita chiquitita así, con muchas ventanitas de color. Una mujer chiquita así, con ojos grandes para ver mejor. Un hombre muy chiquitito así, que vuelve tarde de trabajar. Con un sombrero chiquitito así, lleno de sueños a realizar. Y cuando sueña, no puede esperar (...) Mira como estoy tranquilo yo, aún cuando cruzo el bosque, con la ayuda del buen Dios, estando siempre...", cantaba sin moderación.

De pronto,Juan sintió un fuerte temblor. Miró con lentitud a su alrededor, hasta que arribó al espejo retrovisor. Cuando alzó la mirada, pudo constatar que una micro amarilla -de esas que se habían esfumado de la ciudad hacía un par de años- embistió la parte de atrás del auto.

Juan se sacó la corbata y saltó a discutir con el conductor, que aceleraba por un costado y se perdía en la calle siguiente. La patente -al igual que las micros amarillas- no existía.

Si bien salía humo del tubo de escape y las latas yacían abolladas, el sistema de audio neozelandés era de lo mejor. No se había dañado y hasta le recordaba, en la voz de Lucio Dalla, "attenti al lupo".


1 comentario:

Anónimo dijo...

oh, bacán

nicolás rojas' short stories

no los he leído aún pero los leeré