domingo, 1 de marzo de 2009

Como Dios manda


Dicen que la primera vez nunca se olvida.
Ese domingo, Juan se despertó con un nudo en la garganta.
Las primas de Santiago vendrían por una semana.
"Hay que atenderlas como Dios manda", dijo la madre.
Después del medio día, el abuelo lanzó un par de miradas que llamaban a salir.
No podía seguir evitándolo. Era el momento de hacerse hombre.


Con la garganta anudada por completo, Juan cerró los ojos y cercenó al cordero que había crecido con él. "Dios los manda para que nos alimentemos", dijo el abuelo recordando viejos tiempos. Juan derramó una lágrima, que rozó la sangre salpicada en sus dedos.
"Anda a buscar leña", escuchó a la distancia.
Dicen que la primera vez nunca se olvida.

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