domingo, 29 de marzo de 2009

i will always be hoping ("hoping" canta usted)

Nunca supe de qué se trataba.
Partía la transición a la democracia y en mi casa había un escaso par de discos compactos.
Uno de ellos mostraba una serie de pies colgando. Off the ground, decía.
La única canción que me gustaba, la repetí hasta el cansancio. Hasta que el lector se echó a perder y el cidí volvió a hacerle compañía a Elton John.

Hasta hace un par de años no sabía que era un ex beatle.
Hasta hace un par de meses no sabía que era un "sir".
Sir Paul McCartney.

con las golondrinas

De no ser por la tortura, los desaparecidos, el desabastecimiento, las hombreras, la laca, las series dobladas al español, la crisis económica, el terremoto, los alcaldes designados, las reformas privatizadoras, las fotos desteñidas y las reverencias al general me hubiera gustado vivir en los 80.

En verdad me hubiera gustado. No tendría que ver los estelares en Vinilo, tendría el recuerdo difuso de cantantes doblando por televisión. Las concentraciones, los cassettes grabados de la radio y la inexistencia de Internet. Podríamos haber sido periodistas, arquitectos o abogados sin miles de otros compitiendo. Tal vez no. Podríamos jubilarnos sin perder los fondos en la ruleta de las AFP. No tendríamos que tener seguro de vida, ni del auto, ni de incendio, ni contra robo. Nuestras rejas serían más bajas, podríamos pedir fiado y tomaríamos, de seguro, un trago cada viernes con el vecino.

Nos tendríamos que haber mirado más a los ojos, ahorrado emoticones y tardes viendo programas del cable. Si hubiésemos nacido veinte años antes, nos tendríamos que haber mirado más a los ojos. Además, hubiésemos tenido que andar con zapatillas voladoras.



amigos míos

No era ciego, aunque cerraba los ojos al cantar.
Era moreno y vestía de negro.
Tenía un vozarrón y la habilidad de elegir esta canción para entonar en el plató de un bus oruga.

amplitud modulada

Uno de estos días, en los que el tiempo se evapora con velocidad, en un estacionamiento mal iluminado estiré el dedo y pulsé "band".

Al principio sonaba mal, se escuchaban misas, credos, indios de mentira que esperaban pacientes en la "radio Cola-Colo". Pero no caí en la tentación -poniéndose a tono con estos días santos- de seleccionar scan. Así, de a poco los números fueron ascendiendo por el 800 de la amplitud modulada.

Un chirrido, un canto evangélico, un comercial que señalaba la elegancia de zapatos Pollini que sólo podría encontrar en las mejores tiendas del país. Después la Asociación Nacional de Padres y Apoderados (o algo por el estilo) señaló que la edad óptima para enviar a "su hijo al jardín" son los tres años. Y que el colegio no reemplaza a los padres. Ese es un buen punto. Había llegado, sin quererlo a la radio Santiago.

Recuerdo que uno de los recuerdos utilizados para rellenar tardes de domingo en familia era el programa de esa radio donde un locutor aseveraba estar frente a Jesús (el de Nazareth). Y aún persiste la radio, con avisos de SOQUIMICH y música tan antigüa que no entra en las programaciones de la banda FM.

El sonido distante, el zumbido lejano, la voz grave de un locutor. Occhi di ragazza, Ani de Leonardo Favio y un par de canciones que me sabía sin saberlo acompañaron una decena de kilómetros rumbo a la provincia.

Los estacionamientos oscuros, el escaso sueño, los días ajetreados y las mil labores por hacer parecen desaparecer cuando, por obra y magia del parlante de un auto, es posible sentirse en otra época donde alguien cortó una flor (y llovía y llovía).


Ad hoc

- ¿Qué le dijo Adán a Eva?
- No sé...
- Te quedó rico el Tutti Frutti
- - -
Iglesia. Tras la última sesión de catequesis todos los niños deberán pasar por el temido confesionario. Mientras los púberes se aburren esperando su turno, una buena señora que consagra una porción de su vida a la formación de futuros matrimonios intenta esbozar una sonrisa colectiva.
- Niños, una adivinanza. ¿Cuál es el santo que está en todas las casas?
- (La multitud de niños grita "¡no sé!", imagínese otras onomatopeyas inocentes)
- San Marco, está en las puertas, las ventanas.
(El lector se ríe)

divagaciones de medianoche

- ¿No crees que es mentira?
- Ya no sé que creer
- Pero antes sabías...
- Pero ya no sé nada, soy como el griego eso. ¿Sócrates?
- No sé, Aristóteles parece. Pero da lo mismo, quizás era Sófocles
- O Antígona. Edipo Rey quizás era gay
- Ya te pusiste homofóbico
- Pero no sé en serio
- A estas alturas ya poco importa. Vamos con una de esas frasecitas de baño de escuela de periodismo
- ¿No es fome?
- "Perder de verdad para dar paso al hallazgo"
- Ja,ja,ja. Eso suena como a discurso de astronauta.
- ¿Te acuerdas de TV Nauta?

(...)

El rey

Elvis está vivo.
Y no es una siutiquería.
No es porque aún venda miles de discos.
No es porque miles de personas peregrinen a Graceland cada año.
No es porque hay poleras, stickers y cuadros de cafetería enmarcados con su cara.

Elvis no ha envejecido, está joven y un poco gordo.
Fofo diría yo.
Pero no importa, Elvis es el rey y para pagarse la isapre tiene que tocar con su bandita del tercer mundo.

Mientras todos se aferraban al televisor gritando lo grande que era Chile, algunos lugareños vieron a Elvis en Isla de Maipo. Tocó 6 canciones y hasta bailó de mala gana. Incluso le tocó la mano a la Rita, la nieta del Juan de la esquina.

Pero Elvis es habiloso.
Al finalizar el show, y para disipar toda duda, se despidió con un "muchas gracias, muy agradecido".

dos con cuarenta y cuatro

A veces las palabras sobran.
Esas veces, se insertan estos videos.

sábado, 28 de marzo de 2009

Desayúnese

Cuando despertó esa mañana se dio cuenta de algo: estaba a un día de cumplir los 75.
Tras sacarse la última legaña, caminó con desgano hasta la cocina. El objetivo: un té y galletas de soda con mermelada de membrillo.

Como de costumbre encendió el televisor. Un cuico periodista le hablaba con intentos de cercanía: "Fíjese que la esperanza de vida ha llegado a los 75 años en nuestros país, la nota es de Augusto Salazar".

Algo le hizo poner atención.
Un par de imágenes de un asilo de ancianos terminaban la nota.

Cuando la tetera emitió el último silbido, su vida ya no era la misma.

ropa europea

"Hace tiempo que no canto aquí".
Ya no quedan días contados.


Érase un día de invierno, hace un par de años.
Érase una tienda de ropa europea a mal traer.
Érase el encuentro con un abrigo azul marino.
Érase la radio Romántica y esta canción.


domingo, 1 de marzo de 2009

Mira como estoy tranquilo yo


"Ob-la-di, Ob-la-da", cantaba Juan entusiasta en su auto nuevo. 36 cuotas terminarían de complementar el sueño de la casa propia. Juan pensaba cuándo quitar el plástico que cubría los asientos. Tras el último acorde de Los Beatles, un afable locutor lo invitó a una pausa comercial "con los interesantes mensajes que nuestros avisadores tienen para usted". Juan pensó en cambiar la radio, pero recordó ese comercial de zapatos que tanto le había gustado en la mañana. Si tenía suerte podría escucharlo de nuevo, recordarlo y contárselo a la Estefanía en la noche.

"Con las nuevas sopas caracojamónarveja, sorprendo a los que más quiero", contaba una mujer susurrando al oído por los parlantes con tecnología neozelandesa. Una luz roja llevó a Juan a detenerse. Cuando el aviso de Supermercados San Pedro le recordó que la Santa Llanta le regalaba un set de neumáticos de repuesto con su permiso de circulación, cambió la radio. Estaba a un par de cuadras de su casa cuando Lucio Dalla lo sorprendió con un recuerdo de juventud.

"Una casita chiquitita así, con muchas ventanitas de color. Una mujer chiquita así, con ojos grandes para ver mejor. Un hombre muy chiquitito así, que vuelve tarde de trabajar. Con un sombrero chiquitito así, lleno de sueños a realizar. Y cuando sueña, no puede esperar (...) Mira como estoy tranquilo yo, aún cuando cruzo el bosque, con la ayuda del buen Dios, estando siempre...", cantaba sin moderación.

De pronto,Juan sintió un fuerte temblor. Miró con lentitud a su alrededor, hasta que arribó al espejo retrovisor. Cuando alzó la mirada, pudo constatar que una micro amarilla -de esas que se habían esfumado de la ciudad hacía un par de años- embistió la parte de atrás del auto.

Juan se sacó la corbata y saltó a discutir con el conductor, que aceleraba por un costado y se perdía en la calle siguiente. La patente -al igual que las micros amarillas- no existía.

Si bien salía humo del tubo de escape y las latas yacían abolladas, el sistema de audio neozelandés era de lo mejor. No se había dañado y hasta le recordaba, en la voz de Lucio Dalla, "attenti al lupo".


extra ví ada



La sala de clases era vieja, estrecha, de materiales ligeros. Afuera, un oxidado cartel decía -bajo la custodia del escudo nacional-"Escuela Básica".

Gloria llevaba años haciendo clases en ese lugar. Como a casi la totalidad de sus cercanos, el trabajo era más bien un tedio que una motivación. Y como no, si tenía que lidiar con "rebeldes sin causa". Rebeldes sí, lo de la causa era bien cuestionable.

Una gris mañana de invierno -que le hizo recordar los primeros años de la dictadura- entró a la escuela y saludó con una seña al portero. Un minuto antes de la campanada que daba inicio a una nueva jornada, Gloria dio la media vuelta. Y se fue con el sol, antes de que muriese la tarde.

De vez en cuando algún escolar piensa -al pasar- en la extraña belleza de la mujer que ha visto en cajas de leche, cuentas de luz y en los avisos del metro.

Como Dios manda


Dicen que la primera vez nunca se olvida.
Ese domingo, Juan se despertó con un nudo en la garganta.
Las primas de Santiago vendrían por una semana.
"Hay que atenderlas como Dios manda", dijo la madre.
Después del medio día, el abuelo lanzó un par de miradas que llamaban a salir.
No podía seguir evitándolo. Era el momento de hacerse hombre.


Con la garganta anudada por completo, Juan cerró los ojos y cercenó al cordero que había crecido con él. "Dios los manda para que nos alimentemos", dijo el abuelo recordando viejos tiempos. Juan derramó una lágrima, que rozó la sangre salpicada en sus dedos.
"Anda a buscar leña", escuchó a la distancia.
Dicen que la primera vez nunca se olvida.