En las últimas semanas fui dos veces al consorcio que agrupa 11 radioemisoras chilensis.
No iba a trabajar ni a cobrar sueldos millonarios (claramente no), fui con fines estrictamente académicos.
Mientras esperaba en la recepción, pude notar un par de cosas:
- Las recepcionistas no parecen ser muy felices en ese lugar.
- En recepción escuchan FM Dos.
- Hay un plasma donde uno puede ver imágenes en vivo de las distintas radios (como un reality show)
- Muchos taxistas van al holding a buscar gente.
- Algunos empleados usan un chaleco sin manga con el logo del consorcio.
- A menudo van señoras de la tercera a edad a pedir entradas para el estreno más próximo del "Rumpy". Pero no sólo son señoras de pelo corto y mochila, son mujeres abnegadas que caminan desde Ejército hasta Eliodoro Yáñez.
El sentido de este texto no existe, probablemente porque podría continuar esta historia con el ciego que su subió con una radio a pilas a cantar los éxitos de Marco Antonio Solís.
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