textos, ideas y cosas que ahora no se me ocurren para mencionar en este apartado.
sábado, 15 de enero de 2011
chucu chucu
El guardia de metrotren se sentía ridículo. Cada jornada seguía al inspector con un rostro que, pese a intentar ser intimidante, no pasaba de ser penoso. El guardia de metrotren se sentía ridículo, pues sospechaba que nunca podría portar un arma.
Su única arma era aquella mirada, qué tan duramente reprochaba todas las conductas impropias del viaje en tren. Los pasajeros, sin dudarlo y casi gratuitamente, lo veían pasar y entregaban el beneplácito de confiar en su seguridad.
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Su única arma era aquella mirada, qué tan duramente reprochaba todas las conductas impropias del viaje en tren. Los pasajeros, sin dudarlo y casi gratuitamente, lo veían pasar y entregaban el beneplácito de confiar en su seguridad.
(Yayita)
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