sábado, 15 de enero de 2011

chucu chucu


El guardia de metrotren se sentía ridículo. Cada jornada seguía al inspector con un rostro que, pese a intentar ser intimidante, no pasaba de ser penoso. El guardia de metrotren se sentía ridículo, pues sospechaba que nunca podría portar un arma.

1 comentario:

Niki Cardoch dijo...

Su única arma era aquella mirada, qué tan duramente reprochaba todas las conductas impropias del viaje en tren. Los pasajeros, sin dudarlo y casi gratuitamente, lo veían pasar y entregaban el beneplácito de confiar en su seguridad.

(Yayita)