sábado, 21 de febrero de 2009

sin intereses

Las cosas siempre se saben. Es más fácil pillar a un mentiroso que a un ladrón. ¿Así es el dicho?. Hoy por la tarde hice varias cosas que no ventilaré en un blog. Tal vez sí. Terminé de leer un libro de cuentos que le obsequié a mi madre hace años. Ella nunca terminó de leer el primero, pero dijo que eran entretenidos. Uno dice muchas cosas, ¿no? Después de cerrar el libro busqué otro viejo, que me hizo recordar a un menudo profesor de historia que tuve en el colegio.

"¿Se han fijado que todos los obreros se llaman Luis y les dicen Lucho?", dijo una tarde. Y describió los movimientos previos al sobre azul, al despido, al fin del requerimiento de servicios. Por lo general todos saben lo que va a pasar, se cruzan miradas y emiten cuchicheos. Rumores de pasillo, el afectado está más alegre de lo que debiera. De pronto alguna autoridad lo llama a la oficina. Una breve conversación que concluirá, en el mejor de los casos con un parco agradecimiento por los años de servicio. Al cerrarse la puerta las miradas se vuelven a cruzar, cunde el pánico, las especulaciones y las inseguridades. Recorte presupuestario, crisis económica, reajuste de personal.

Heavy debe ser. Más aún cuando tras de uno hay una esposa, un par de hijos, colegios, uniformes, luces que se encienden, estómagos, isapres, seguros de vida y todo lo que pueda entrar en una tanda comercial. Hoy muchos "luchos" han sido dados de baja de los modernos edificios erigidos en calles con nombres de mapuche. Y lo peor es que los despidos recién estarían comenzando en el marco de una crisis económica mundial, producto del consumo exacerbado, del crédito con desenfreno.
Los futuros cesantes tendrán que vivir lo difícil de no tener un trabajo, una fuente de legitimación ante la sociedad. Perder el empleo es, en parte, perder la dignidad. Por un rato, ojalá breve, ojalá un lapsus. No tengo empleos remunerados que perder pero sí el presentimiento que este noveno año del milenio se viene difícil (y eso que no he leído el popular libro de Ángeles Lazo).

El pobre "lucho" ya está cesante y en su familia las duchas serán más cortas, las luces se encenderán menos y los uniformes escolares tendrán que durar otro año más. Bienvenido a la jungla. Dios lo pille sin 36 meses de deudas en alguna tarjeta de crédito. Dios no lo obligue a usar el seguro de gravamen. Escúchanos señor te rogamos.


Para ver: Los lunes al sol de Fernando León de Araona. Javier Bardem protagoniza una historia derivada de la cesantía, tras el cierre de una fábrica en España. El film es notable, logra transmitir lo que puede llegar a ser un hombre sin su trabajo. Como ya es común: "imperdible".